Índice
    LA MUDA DE LOS INSECTOS
    Los insectos son artrópodos que poseen exoesqueleto para soportar todos sus órganos internos. El exoesqueleto está reforzado con sustancias muy duras como la quitina para proteger el cuerpo de posibles daños externos. Pero esa misma dureza le confiere al exoesqueleto una propiedad indeseable: no puede crecer. Los insectos no cesan de crecer durante todo su desarrollo inmaduro, y debido a que el exoesqueleto no puede crecer deben desprenderse del mismo cada cierto tiempo de vida, formando uno nuevo de mayor tamaño cada vez. Ese fenómeno de cambio de exoesqueleto se conoce como “muda” o “écdisis”.

    El incremento de tamaño de los insectos se produce en su fase inmadura y es imprescindible para llegar al estado adulto; una vez que lo alcanzan ya no aumentan su tamaño, y por tanto no necesitan hacer ninguna muda. En este crecimiento de tamaño los insectos no pueden extender de forma indefinida la cutícula que forma su exoesqueleto, de forma que deben cambiarla por otra ligeramente más grande que les permita crecer. Este fenómeno del cambio del exoesqueleto o cutícula es lo que se llama muda.

    EL PROCESO
    En la muda se distinguen dos momentos clave: el primero es la “apolisis”, en el que se separa la vieja cutícula de la epidermis, dejando un espacio entre ellas que será rellenado por un fluido segregado por las células epidérmicas, llamado “fluido de mudas”. En este momento se empieza a formar la nueva cutícula, empezando por la deposición de la epicutícula sobre las células de la epidermis. La deposición de la nueva procutícula la realiza la epidermis aprovechando los componentes de la antigua endocutícula, que son disueltos por el fluido de muda. El fluido de mudas está compuesto por proteasas y quitinasas. Esta procutícula se deposita en una forma plegada.

    El segundo momento clave en la muda es cuando ya está muy avanzada la formación de la procutícula; se produce entonces la rotura por unas zonas específicas (situadas en la cabeza y tórax) de lo que queda de la vieja cutícula (reducida a la exocutícula y epicutícula), y el insecto sale, por decirlo así, al exterior. A esta rotura es a lo que se le llama “écdisis”. Y el resto abandonado de la cutícula se llama “exuvia”.
    El proceso de la muda empieza verdaderamente con la multiplicación de las células de la epidermis, en una fase de preparación previa a la écdisis. Una vez que el insecto ha salido de la exuvia, todavía tiene que terminar de depositar parte de los componentes que caracterizan a la cutícula, especialmente las esclerotinas que se depositan en la procutícula para dar lugar a la exocutícula, y la capa de ceras más externa. En la muda no sólo se desprende la exocutícula que recubre el cuerpo y los apéndices, sino también el endoesqueleto y el revestimiento de las tráqueas, estomodeo y proctodeo.

    IMPORTANCIA DE LA MUDA
    El estudio de la muda de los insectos por los agrónomos reviste mucha importancia para establecer estrategias de manejo de aquellos que se comportan como plagas agrícolas. Primero, permite saber que estos organismos requieren una gran cantidad de energía, es decir alimento, para completar su ciclo biológico. Segundo, la gran cantidad de insectos que existen tanto en los ecosistemas silvestres como en los agrosistemas agrícolas son una fuente importante de materia orgánica para el suelo; sus exuvias, compuestas principalmente por quitina, caen al suelo donde estimulan la proliferación de Actinomycetes y otros organismos que se alimentan de esta sustancia y participan en el control biológico de otros organismos habitantes del suelo como los nematodos y huevecillos de insectos.

    Finalmente, el estudio de la muda permitió desarrollar sustancias capaces de interrumpir este proceso; estas sustancias son empleadas como insecticidas inhibidores de la muda, interrumpiendo el ciclo normal de los insectos mediante un proceso distinto al de los insecticidas neurotóxicos, con poco impacto sobre la salud humana.
    En la imagen: A=composición de la cutícula de los insectos; B=durante la muda la nueva cutícula de forma debajo de la vieja cutícula, la cual será abandonada como exuvia; C=las exuvias constituyen una fuente importante de materia orgánica para el suelo, estimulando la proliferación de microorganismos benéficos como los Actinomycetes.